Hace cerca de 73 años cuando papá decidió dejar un pueblito del Perú profundo para radicarse en la capital, cargamos con unas cobijas, canasta con un pollo frito, pan y huevo duro. Eran 100 kilómetros de viaje y duramos horas en llegar a la capital.
Comí mucha miseria, pero la sentía dulce, porque mamá la condimentaba con mucho amor. Recuerdo que mi primera Navidad todos los chicos sacaban los juguetes a la calle, yo tambien hice lo mismo, me sentía el niño mas feliz del mundo con el regalo que tenía y no lo que tenían los demás. Recuerdo que compré una pita y lo jale con cuidado y orgulloso... Cierro mis ojos y lo veo: Era un carro del tamaño de una caja de fósforo.
Pasaron muchos años hasta que papa trajo un regalo grande para la casa: Muebles de sala ¡Dios mio eran bellos...! Pasaron muchos años con subidas y bajadas, la familia aumento y el progreso caminó, de la mano con estudios y adelantos...
Vinieron mis hijos, crecieron y arrojaron todo lo viejo...Cuando quisieron tocar mis muebles me ponía como una fiera, muchos me ofrecieron darme otros, pero yo no quería separarme de ellos, porque eran la imagen de mi vida el sudor de mis padres.
Los años le quitaron el color, las polillas se los fueron comiendo, los resortes se se salían, pero siempre permanecían intocables...El tiempo fue cruel y los fue consumiendo como la vida (Son los que están en la fotos) con la diferencia que al no cumplir su objetivo y con el dolor del corazón, los reparé quedaron preciosos pero ya no tenían el valor inicial.
Junto a mis muebles viejos estan mis primas y hermana (La tercera de negro) mucho años han pasado. Que maravilloso sería retocar nuestras vidas como los muebles y seguir caminando, pero eso es imposible.
El tiempo es implacable, tenemos que aprovechar lo que nos queda, compartiendo. Calatos vinimos y calatos nos vamos, de lo contrario dejaremos herederos millonarios y seremos los muertos mas ricos. del cementerio.
El tiempo es vida, que pena que no podemos reciclarnos. Lo mejor es disfrutar, cada minuto hoy. Adorar lo que nos rodea y no dejar de reir.
Y AGRADECER A DIOS QUE NOS DIO TANTO.
Comí mucha miseria, pero la sentía dulce, porque mamá la condimentaba con mucho amor. Recuerdo que mi primera Navidad todos los chicos sacaban los juguetes a la calle, yo tambien hice lo mismo, me sentía el niño mas feliz del mundo con el regalo que tenía y no lo que tenían los demás. Recuerdo que compré una pita y lo jale con cuidado y orgulloso... Cierro mis ojos y lo veo: Era un carro del tamaño de una caja de fósforo.
Pasaron muchos años hasta que papa trajo un regalo grande para la casa: Muebles de sala ¡Dios mio eran bellos...! Pasaron muchos años con subidas y bajadas, la familia aumento y el progreso caminó, de la mano con estudios y adelantos...
Vinieron mis hijos, crecieron y arrojaron todo lo viejo...Cuando quisieron tocar mis muebles me ponía como una fiera, muchos me ofrecieron darme otros, pero yo no quería separarme de ellos, porque eran la imagen de mi vida el sudor de mis padres.
Los años le quitaron el color, las polillas se los fueron comiendo, los resortes se se salían, pero siempre permanecían intocables...El tiempo fue cruel y los fue consumiendo como la vida (Son los que están en la fotos) con la diferencia que al no cumplir su objetivo y con el dolor del corazón, los reparé quedaron preciosos pero ya no tenían el valor inicial.
Junto a mis muebles viejos estan mis primas y hermana (La tercera de negro) mucho años han pasado. Que maravilloso sería retocar nuestras vidas como los muebles y seguir caminando, pero eso es imposible.
El tiempo es implacable, tenemos que aprovechar lo que nos queda, compartiendo. Calatos vinimos y calatos nos vamos, de lo contrario dejaremos herederos millonarios y seremos los muertos mas ricos. del cementerio.
El tiempo es vida, que pena que no podemos reciclarnos. Lo mejor es disfrutar, cada minuto hoy. Adorar lo que nos rodea y no dejar de reir.
Y AGRADECER A DIOS QUE NOS DIO TANTO.
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